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Voluntariado San Juan de Dios

Experiencias de Voluntariado

DÉJAME QUE TE CUENTE

(Por Irene Arias)

A veces de forma inesperada llegan cosas a tu vida que acaban llenándola y convirtiéndose en parte fundamental de ella. Así fue como yo llegue a Ciempozuelos  y me convertí en voluntaria. Debido a mi carrera y por una serie de causas circunstanciales fui a parar al Centro de San Juan de Dios de Ciempozuelos a realizar mis practicas profesionales dentro del área de psiquiatría, y de esto hace ya casi tres años. Si se me pregunta que me impulso a hacerme voluntaria y quedarme en el centro, no tendría muy claro que responder, pero no fue tanto lo que yo le pudiera aportar al enfermo mental, sino lo que el enfermo mental me aporto a mí durante el transcurso de mis practicas y sobretodo lo que me ayudaron a conocerme a mi misma no solo como profesional si no también como persona.

Yo me consideraba (como buena profesional) una persona libre de prejuicios sobre el enfermo mental pero el primer día que llegue allí y tuve mi primera toma de contacto me di cuenta de que no era así. En la sociedad existen muchos mitos sobre este tipo de enfermo y quizás el que más le perjudica es la creencia de que son personas agresivas, ya que nos hace temerles y alejarnos de ellos. Y resulto que esa misma idea preconcebida también estaba presente en mi y la primera vez que se me acerco un enfermo me sorprendí a mi misma diciéndome “por favor que no me haga nada”. Afortunadamente esa primera sensación desapareció y he de decir que en los casi tres años que llevo aquí, he visto bastantes más situaciones violentas y agresivas cualquier sábado por la noche saliendo de copas con mis amigos, que desarrollando mi labor como voluntaria en el centro con enfermos mentales.
 
Otro cambio que se produjo en mi, es que a las semanas deje de ver al enfermo mental y empecé a ver a la persona que padece una enfermedad mental. Es curioso pero cuando una persona desarrolla una enfermedad de este tipo parece que la enfermedad ocupara toda su vida y que no hubiera nada más. Es como si desapareciera el pasado y la identidad del individuo y donde antes estaba Juan, Maria o Pedro ahora solo quedara un esquizofrénico, un trastornado mental. Sin embargo, si les das la oportunidad de  que se expresen descubres que muchos de sus miedos, inquietudes, gustos o aficiones no son tan diferentes a los tuyos y es justo en ese momento cuando dejas de ver al esquizofrénico y empiezas a conocer a Juan, María o Pedro.

Pero la aportación más importante que ha hecho el voluntariado a mi vida es, sin duda, que gracias al tiempo que he compartido con ellos he aprendido a valorar las cosas en su justa medida y a apreciar esos pequeños detalles de la vida que damos por echo que son nuestros y en realidad no es así. Que tu familia este bien, o tener amigos con los que compartir alegrías y también penas no es un derecho legitimo, si no un gran regalo de la vida que hay que saber disfrutar. La oportunidad de poder desarrollar unos proyectos de vida, como puede ser una familia, o una carrera profesional, son cosas que no están al alcance de todos y es que una enfermedad de este tipo trunca tu vida por la mitad. Yo, gracias a ellos, sé que hoy si tengo esa oportunidad pero también sé que un día puedo padecer una enfermedad mental y todo mi mundo cambiaría, porque nos puede pasar a cualquiera. Y esto lejos de ponerme triste me hace aferrarme más a la vida y vivirla más intensamente, disfrutando de cada segundo. Además sé que si esto me ocurriera tendría una cuadrilla de voluntarios a mi lado, unas personas a las que no les asusta el enfermo mental y que no se alejarían de mí.

Por último, animar a todos a que se hagan voluntarios, sobretodo a los jóvenes, y es que muchas veces parece que solo las personas con una vida ya establecida, es decir, con un proyecto de vida desarrollado pueden comprometerse con esta causa. Y eso no es verdad, las personas jóvenes es cierto que a lo mejor no disponemos de tanto tiempo ya que nuestras vidas están constantemente cambiando, la carrera, un primer empleo, planes de boda... Pero aun así se pueden seguir haciendo cosas, aunque solo sea de forma puntual, y es que ser voluntario, no es una etapa de la vida si no una forma de ver la vida.

Irene Arias. VOLUNTARIA

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