UNA TARDE DE INVIERNO

(Por Inés Díez)

Un 27 de enero, acompañé a un residente de este Centro. Iba solo, caminaba lento, yo le ofrecí mi brazo y le pregunté ¿cómo te llamas?, él me contestó : “me llamo José y hoy cumplo 76 años, estoy en la Unidad VIII, y también se llama San José”. “¡Qué bonito nombre!”, le dije.

Él seguía hablando, me contó muchas cosas, que estaba contento, que le cuidan y que come muy bien, pero que hoy habían tenido menú especial porque su coordinador también cumplía años, ¡claro está, menos que él!.

Se le veía feliz, yo me sentía muy bien de estar compartiendo y conversando con él…

Estas y otras muchas satisfacciones y alegrías puedes sentir cuando ayudas, pues ellos nos dan quizá más a nosotros en esas miradas y sonrisas que están llenas de tanto agradecimiento, de tanta ternura…

También me dijo: “¿Sabe? Este es mi hogar, somos una gran familia …” y eso es lo que a mí me parece San Juan de Dios…es como una gran escalera, muy amplia y hermosa, la cual una vez que has subido el primer peldaño quieres seguir subiendo, y seguir…y ya no puedes parar, quieres dar más y más y te engancha hacer feliz a los demás, aprendes a valorar todo ,cada momento, cada día de vida que se nos regala…

Nos despedimos, yo le dije:” hasta otro día José “ y él me dijo: “¿seguro que vendrá?”…”Pues claro José, aquí estaré”.

Inés Díez. VOLUNTARIA